viernes, 26 de noviembre de 2010

CORRE, LOLA, CORRE

LOLA RENNT (1998)




Es una película emocionante e innovadora visualmente, un ejercicio de sorpresas, empezando por los títulos de crédito del principio: una escena de masas, y la gente que forma el nombre de la película desde un plano aéreo.
El argumento es sencillo: Lola (Franka Potente), una joven de pelo muy rojo, recibe una llamada de su novio Manni (Moritz Bleibtreu). Según le explica, tenía que entregar cien mil marcos alemanes a un gángster pero se ha dejado la bolsa del dinero en el metro. Tiene veinte minutos para encontrarlo o lo matarán, así que planea robar un banco. Lola busca el dinero por su parte, y la película sigue al filo para salvar a Manni mientras los minutos pasan.
Resulta diferente e innovadora la forma en que el joven director alemán nos muestra la misión de Lola. Se relata una historia de veinte minutos por triplicado, cada una con diferencias sutiles que llevan a un desenlace diferente. Tykwer utiliza técnicas de animación, trucos de cámara, película en color y blanco y negro, vídeo musical y replays instantáneos y cuenta cada aventura mientras Lola corre, Manni corre, y asistimos a una carrera de obstáculos humanos que los dos tienen que afrontar con mucho cuidado para sobrevivir.
Potente ofrece una imagen chocante corriendo por las diferentes calles de la película impulsándose con los brazos, con su inconfundible pelo rojo al viento. Aparece también en momentos cálidos en escenas tales como la visita que hace a su padre (Herbert Knaup) para pedirle dinero, y descubre que piensa dejar a su madre y casarse con su amante.
Un experimento interesante e inusual rodado con sentido del humor, con una emoción intensa y una tremenda energía, todo ello empaquetado en una película de la generación MTV  por el nuevo talento del guionista/director.

Festival de Venecia: nominación de Tom Tykwer (León de Oro).

Y así voy yo últimamente... corriendo y corriendo...

lunes, 1 de noviembre de 2010

LA AVENTURA

L'avventura (1960)



Fue silbada y abucheada por un público predominantemente hostil, en su première en el Festival de Cine de Cannes de 1960, pero un gran número de críticos y cineastas dieron un paso sin precedentes firmando una declaración que rechazaba tal reacción y la acogía como la película más importante que se hubiera exhibido en el festival. En cuestión de dos años, La aventura fue considerada, según la votación de críticos internacionales que realizó la revista ingles Sight & Sound, la segunda mejor película de todos los tiempos. El escritor y director Michelangelo Antonioni llevaba casi veinte años haciendo documentales y largometrajes, y esta película de duración épica fue su gran paso adelante. También fue su primera colaboración con Monica Vitti, la que fuera el canal humano y humanitario a través del cual se contempla una sociedad apática, hastiada y deshumanizada. Ello se convertiría en el centro de sus posteriores películas La noche, El eclipse y El desierto rojo.

       La premisa de La aventura es muy simple, pero profundamente turbadora: un pequeño grupo de romanos adinerados emprende un crucero desde Sicilia y se detiene en una escarpada y desolada isla para pasar una tarde de ocio. La escapada se convierte en una terrible experiencia cuando Anna (Lea Massari) desaparece. La ligera muchacha ha avisado a su amiga Claudia (Monica Vitti) de que algo no va bien entre ella y su amante, el consultor de arquitectura Sandro (Gabriele Ferzetti), y atrae la atención de los demás con la pretensión de haber visto un tiburón mientras nadaba. Al ver la película por segunda vez, sabiendo que este personaje clave desaparecerá al cabo de veintiséis minutos, advertimos que realmente hay un tiburón y se ve un pequeño e inadvertido barco que pasa por la isla en un fundido encadenado con una última mirada a Anna.

       Una de las principales razones de la ofuscación y la furia inicial del público contra La aventura es que Antonioni nunca revela lo que le ha ocurrido a Anna. Claudia y Sandro se unen en la búsqueda, pero nadie más parece interesado en el destino de la muchacha. Y el principal impacto emocional procede del sentimiento de culpa de Claudia, que se acerca románticamente a Sandro en lugar de cumplir su deseo de buscar a su amiga. El argumento, se supone que por coincidencia, guarda un paralelismo con Psicosis (1960) de Hitchcock, con la irritante ausencia del personaje que suponemos protagonista en la segunda parte de la película y una incómoda y creciente no-del-todo-relación entre el amante de la mujer perdida y una mujer con igual interés por su bienestar. El tema también guarda un paralelismo con la película del mismo año La Dolce Vita. La starlet Anita Ekberg tiene un equivalente en la frívola estrella-escritora-puta (Dorothy De Poliolo) de La aventura, que es acosada por unos fans al principio cuando (deliberadamente?) se le rompe la ceñida falda en público y salta, no tanto para destrozar la nueva relación de la pareja sino para revelarla como una farsa. Pero la película de Fellini descubre un ambiguo glamour. Al igual que el escritor relaciones públicas que interpreta Marcello Mastronianni, el arquitecto convertido en millonario servil que interpreta Ferzetti simboliza la falsa promesa de un objetivo, y Antonioni solo puede encontrar un vestigio de esperanza en el eterno femenino, que al final queda al margen de la corrupción del dinero nuevo o del sexo demasiado fácil.







Festival de Cannes: Michelangelo Antonioni (premio del jurado), junto con Kagi.