domingo, 25 de julio de 2010

MATAR UN RUISEÑOR


La querida novela de Harper Lee sobre la infancia en el profundo Sur durante la Depresión ganadora del premio Pulitzer fue rara y superlativamente traducida a la pantalla por la asociación (nueva, independiente y con conciencia social) entre Allan J. Pakula, que la produjo y Robert Mulligan, que dirigió la primera de las seis películas que harían juntos en los años sesenta. La adaptación es del dramaturgo Horton Foote, que ganó su primer premio de la Academia por un guión que tipificaba lo que sentía por la población rural americana auténtica.



       La historia se ve a través de los ojos de una niña, cuyo punto de vista adulto como narradora se expresa en la voz de la luminaria del método Stanislawsky Kim Stanley. Pero el centro lo constituye la actuación de Gregory Peck, ganadora de un Oscar, como el no va más de todos los hombres decentes que encarna. Atticus Finch es un abogado viudo de Alabama que toma la defensa de un hombre negro (Brock Peters) falsamente acusado de violar a una mujer blanca; pone al descubierto la intolerancia pueblerina sureña y enseña a sus jóvenes hijos una dolorosa lección de valentía moral. Matar un ruiseñor es un modelo de adaptación literaria, que coloca los detalles sin importancia al lado de los acontecimientos importantes, desgarradores y mortales –los juegos infantiles, un niño hambriento que ahoga su comida con sirope, Atticus que mata un perro rabioso, la multitud, dispuesta a linchar a un acusado, avergonzada por una niña, la comunidad negra que sigue en tensión el juicio desde la sofocante galería-. Mulligan aportó su experiencia en la producción de televisión en directo y creó un drama íntimo.


       En los papeles importantes los niños están auténticamente naturales, en particular la ingenua Scout Finch que interpreta a la niña de Alabama de nueve años Mary Badham (su hermano John, entonces en Yale, dirigía Fiebre del sábado noche [1977] y Juegos de guerra [1983]). Matar un ruiseñor puede presumir de ser la primera película de Robert Duvall como el hijo del escurridizo vecino, el coco de sus fantasías y finalmente su salvador, Boo Radley. Duvall recibió un premio de la Academia veinte años más tarde en otro guión de Foote merecedor de un Oscar, Gracias y favores. La melodiosa banda sonora de Elmer Bernstein es otro atractivo de esta tierna y sincera película.




 
 
Para Harper Lee, el ruiseñor es el símbolo de la inocencia.
 
 
Dos veces esuchamos esa conmovedora frase; en el comienzo de la película, de la boca de Atticus, que trata de aleccionar a sus hijos, y al final de la película, por Scout, la pequeña, transmitiendo a su padre la conciencia que ha tomado desde su visión de niña:
 
"Eso sería como matar un ruiseñor".
 
 
 
 
Oscar: Horton Foote (guión), Gregory Peck (actor), Alezander Golitzen, Henry Burmstead, Oliver Emert (dirección artística).
 
Nominaciones al Oscar: Alan J. Pakula (mejor película), Robert Mulligan (director), Mary Badham (actriz de reparto), Russell Harlan (fotografía), Elmer Bernstein (banda sonora).
 
Festival de Cannes: Robert Mulligan (premio Gary Cooper).

1 comentario:

mateosantamarta dijo...

Supongo que no comentamos por falta de información. Creo haber visto también esta pelicula, pero en tv -que no es lo mismo-. Son muy interesantes estas reseñas-críticas sobre estas peliculas singulares. Un abrazo.