Hace tiempo que ha pasado un tiempo. Te das cuenta de que en la vida siempre puede pasar cualquier cosa, y son las decisivas las que tenemos que buscar nosotros mismos, porque no llueven del cielo. Tenemos que tomar impulso, incluso sabiendo que estamos en un trampolín desde el cual podemos aterrizar en la meta, o podemos caer al abismo. Y puede ser muy dura la caída.
Nadie regala nada. Todo en la vida cuesta mucho esfuerzo y mucho sacrificio. Nada se consigue sin trabajo y esa es una llamada que parece que nadie quiere atender. De nada sirven las quejas, de nada sirve echar culpas, de nada sirven los lamentos ya. Ya no es válido en una sociedad como la que estamos, en la que todos despegamos desde que nacemos con las mismas oportunidades, quejarnos del recorrido de los unos y de los otros. No hay suerte que valga. La suerte no dura para siempre. La única fórmula útil es la del trabajo y la constancia.
No solo es responsabilidad nuestra pedir a los que administran nuestros beneficios y el resultado de nuestro trabajo, que lo hagan de la forma adecuada, sino contribuir a que sigan existiendo esos beneficios. Los males que afectan a todo un mundo no los causan unos pocos bastantes; las causan millones de personas.
Nosotros somos los responsables de nosotros mismos, de nuestra privilegiada o pobre situación. Es nuestro deber prever y anticiparnos a cualquier mala racha. No vivimos solos, todo lo que ocurre, ocurre en un círculo muy cerrado, un círculo que se llama globalización.
De nada me sirve escuchar quejas ni desgracias. Todo cuesta mucho trabajo, mental o físico. Es impensable el recriminar a los que tienen o han logrado riqueza en su vida, que la tienen y deben compartirla. Y no es egoísta. No se puede esperar a que venga el paro, las ayudas y demás estrellas del cielo. Porque esa ayuda no es infinita, y no dura para siempre. Tiene que haber todo tipo de trabajos: jueces, periodistas, dependientes, escritores, enfermeros, médicos, electricistas y empleados de banca. Pero no puede existir un sobre-exceso de un sector determinado. No se puede optar a lo mínimo. Aprovecharse de que los que tienen nunca consentirán que el que no tiene se muera de hambre, pero no se pude llegar a ese extremo. Y me refiero a esta generación, que no hace nada, que no valora nada, a la generación “desencantada”. Las ilusiones de un mundo yupi guay burbuja rosa solo existen en las películas Disney, esto es la vida real, y para no pasar ni hambre ni necesidad hay que trabajar para andar sobre seguro, por nosotros mismos y por los demás.
8 comentarios:
Pero que ganas de pensar tienes a estas horas claudia!! jaja
Vivimos en una sociedad en la que es más facil no hacer nada y quejarse de lo que el resto de personas consigan, achacando nuestro fracaso a la mala suerte... Y lo peor es que muchas veces nosotros tambien pensamos igual, es entonces cuando hay que sentarse y recapacitar sobre si nos estamos esforzando lo suficiente para conseguir aquello que queremos.
Un saludo :D
¡Parad el mundo!, que yo me bajo-. Dijo Groucho Marx.
Esta muy bien lo que dices, lo malo de esto,es que no hay trabajo,y el poco que hay, mal remunerado.
pues si, la verdad que crecemos y nos damos cuenta que nadie va a venir a rescatarnos, que la vida perfecta no llega por si sola, y es cuando vemos todo lo que queda por hacer, difícil pero satisfactorio cuando vemos resultados :)
Es una reflexión seria: no sólo en el trabajo debe implicarse la juventud sino también en luchar por un mundo mejor. Ésta parece haber sido la primera hornada juvenil sin nada que decir. Te felicito amiga.
Besos.
Primero tengo que decirte que me ha gustado mucho tu blog. En cuanto pueda intento localizar Corre Lola, corre para verla.
Sobre lo que comentas en esta entrada, no creo que en todos los casos seamos nosotros, exclusivamente los responsables -sé que te refieres al tipo de sociedad en el que nos encontramos-Decisiones ajenas, de tipo político, por ejemplo, pueden convertir un pueblo de trabajadores en un pueblo sin rumbo. Eso ha pasado en innumerables ciudades de Andalucía y Extremadura.
Posiblemente seamos menos dueño de nuestro destino de lo que intuimos, pero no creo que al sistema le convenga mucho que tomemos conciencia de ello.
Un tema para debatir largo y tendido.
Voy a dar un paseo por tu casa.
Un abrazo.
Y lo dirás y te dirán que tienes razón o que estás grillada. Pero todo seguirá igual, igual, igual, igual......
Y sólo podrán volar los que de verdad tengan algo que gritar.
Muy pero que muy de acuerdo con todo esto que dices. El esfuerzo es fundamental y como cuesta, no queremos hacerlo. Pero es lo que hay... De todos modos, tenemos mucho que agradecer, entre otras cosas, la gran suerte que tenemos por vivir a este lado del planeta! :)
Un besito
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