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Gracias por existir. Toda mi vida buscándote y al fin te encontré, frente a mis ojos como un rayo de luz. Tantas horas empeñadas en ti, tantos sueños que anhelaron al justo protagonista, tantas palabras que pagaron por tu voz. Ahora eres tú y estás frente a mí, sobre el mar, las olas ondean nuestra pequeña barca, entre estas grandes rocas en esta cálida y radiante mañana, por fin somos nosotros quienes somos contemplados, a quienes la naturaleza admira, quienes lucen el reflejo de las aguas tan transparentes como la realidad de hoy, estás aquí, junto a mí, no siento la necesidad de oírte hablar, con observarte me basta… pero, espera,
¿no suena como a un sueño?