viernes, 20 de agosto de 2010

Unas veces se ama más, otras menos. Otras se cree uno hacerlo, aún cuando las más de las veces sabe que no. Quizá es que solo hubiera una forma de amar, y esa fuera no amando. De igual manera que uno no duda en el instante de si está triste o no lo está, de si llueve o no llueve cuando llueve, aquel estaría seguro de que amaba cuando de verdad lo hiciera.
Puede que el mundo nazca con una cantidad de amor medida, de mayor o menor tamaño, y ésta se vaya gastando y perdiendo con su uso. Igual que no puedes pedirle al Sol más sol, ni a la lluvia más lluvia. Para el que lo ha gastado, siempre habrá algo grande y feliz que superará con creces el hecho de haberse desprendido de él para siempre; el maravilloso recuerdo de pagar una sola y cara vez con él, y los igualmente maravillosos, pero menos profundos recuerdos, de quien lo repartió en varias ocasiones. Es la clase de amor fraccionado, una alternativa para aquellos que dudaron toda su vida. Pero, para el que no lo ha gastado, supone la incertidumbre de disponer verdaderamente de él, pues creemos que lo general nos pertenece por costumbre misma. Otra indecisión, sería su gestión: puede que uno no tenga recursos para poder administrarlo, ni valores en los que invertirlo. Puede que uno tema ser timado, y pagar una cuantía enorme por no una baratija, pero sí una falsificación de aquello que cree genuino, y termina rompiéndose a pedazos; de aquello que se cree que es, y que al final no es. Pero existen más fluctuaciones, pues en los negocios quien no arriesga no gana, y manual para la fortuna no existe –por lo menos para la fortuna de la propia vida-…

Y finalmente uno termina sentado divagando, con una incertidumbre plena, que ni importa ni deja de importar, que cuando se levanta da por reír o da por llorar. Y se pregunta sobre si lo que sueña existe, de si es tangible y se puede comprar, de si las joyas se pagan con amor, y los amores con dinero, o si realmente debiera preocuparse por eso, aún sabiendo que unos para el amor, se preparan con la debida antelación, y otros perturbados confían en que el fiel y verdadero llegue por casualidad, una casualidad en toda regla, de las que se cruzan sin más, y con la misma facilidad se van, que llegan tarde y se marchan temprano, y le abrazan a uno de sopetón.




 Bath, Brooke Shields en "La pequeña", Natalia Vodianova para Vogue.

2 comentarios:

mateosantamarta dijo...

Supongo que el amor es difícil pero no creo que se agote, si es amor. Si puede agotarse la pasión.
El amor debería crecer sobre todo si además de real es compartido.
Yo creo que tu vas más por el amor en el sentido de pasión. Puedo equivocarme.
Supongo que leíste Lolita, un libro hermoso y desgarrador -al menos para mí- que yo leí en un momento de madurez en que estaba saliendo con alguien mucho más joven.
Como siempre, muy bien ilustrda la entrada con hermosas fotos y acompañando buena música.
Un abrazo.

Mario dijo...

Me gusta que mis palabras bailen y fluctúen en la pantalla, mientras divago sobre la necesidad, el placer, el juego, el vicio, el objetivo marcada a sangre y verbo, de escribir.

He usado dos palabras que me encantan, que las tienes en tu texto... y por ende, tu texto merece la pena, la alegría, y el agradecimiento por pasarte por mi blog.

Vendré, con tranquilidad, a leerte como mandan los paganos cánones de la literatura.

Un saludo, de sopetón.

Mario